De un estudio reciente presentado por la ONG Save the Children, y realizado en el ámbito de todo el país, se desprende que a seis de cada 10 niños les han insultado en los últimos meses, mientras que un 30 % ha recibido golpes físicos. Son cifras tremendas, desde luego, y os invitamos a que leáis el informe completo, porque aporta muchos datos sobre un terrible problema social que para muchos aún es invisible por falta de interés o sensibilidad.
Por nuestra parte, queremos contribuir ofreciendo una definición de lo que es el acoso escolar, conocido también por su denominación en habla inglesa (“bullying”), y dando pautas para su detección. Aunque las conductas intimidatorias entre iguales no son nuevas, las primeras definiciones del concepto fueron realizadas en 1997 (Lowenstein) y 1978 (Olweus). “Es aceptado que se trata de una conducta de persecución e intimidación física y psicológica que realiza un alumno (o varios) contra otro”; convirtiéndose el segundo en víctima de los ataques, que se repiten con el tiempo.
El acoso escolar puede presentar un componente físico o psicológico, incluso se pueden combinar ambos, lo cual es posible hoy en día (y de manera intensa) debido a un mal uso de los dispositivos tecnológicos y la conectividad portátil a Internet. En este último caso hablamos de ciberbullying, pero es frecuente que la intimidación “presencial” se prolongue fuera del horario lectivo y de los espacios físicos de relación entre niñas y niños, y que un alumno sea víctima de acoso escolar y ciberacoso simultáneamente.
El acoso escolar se agrava por el silencio (de los menores, pero a veces también de los docentes y / o padres) que envuelve tales situaciones. El miedo se ceba en las personas, inhibiendo la acción y dejando desprotegidos a quiénes sufren
Por lo tanto para que podamos hablar de acoso escolar, tendremos en cuenta que se trata de comportamientos repetitivos de intimidación, hostigamiento y exclusión verbal, que a la vez albergan diferentes manifestaciones de violencia física, psicológica y verbal. Las conductas que se pueden considerar bullying suceden cuando los adultos no están presentes, pero no siempre es así porque en las filas que se hacen para entrar en clase, o mientras el profesor se da la vuelta, es posible humillar o pellizcar a un compañero.
A continuación ofreceremos una descripción más detallada de las acciones consideradas como bullying, pero antes nos gustaría aclarar que las “que se ven” representan un porcentaje pequeño del total (algo así como la punta del iceberg), ya que coacciones, estigmatizaciones, amenazas, exclusión, … son “invisibles” pero su efecto para quién las sufre es el mismo que un puñetazo.
El gráfico a continuación detalla (según el informe mencionado anteriormente) el porcentaje de niños y niñas según diferentes situaciones vividas en los últimos dos meses antes de la realización de la investigación. Se aprecian las conductas intimidatorias principales que son: insultos directos e indirectos, difusión de rumores, robo o daños a la propiedad, golpes físicos, exclusión y amenazas.
Es necesario que los docentes tomen conciencia, y también que mantengan una comunicación abierta con sus alumnos; también lo es que se recomiende a las familias tener presencia en la vida de niñas y niños, y facilitar las relaciones en un clima abierto de respeto y comprensión.
A continuación, signos que podrían señalar acoso escolar físico, emocional o verbal:
El bullying o acoso escolares muy destructivo para una persona en desarrollo y puede ocasionar consecuencias de duración larga que se manifestarán -incluso- durante la adultez. Es posible que cause problemas físicos, cognitivos y psicológicos (incluyendo la ideación suicida); y en ocasiones se salda con hechos terribles e irreparables.
Según el informe de Save the Children, la mitad de los estudiantes reconoce haber insultado a compañeros, y uno de cada tres ha agredido físicamente. Por eso debemos recordar que “no son cosas de niños, es acoso” y actuar en consecuencia.
Imágenes | Working Word , Kinglis10