La gestión y acompañamiento emocional desde las aulas es un tema al que se debe prestar mucha atención; el reconocimiento de las emociones como parte del desarrollo e influyente en el comportamiento humano, no llegó hasta mitad del siglo XX, y a día de hoy es casi una asignatura pendiente en la Educación.
La educación emocional como concepto es conocido desde el siglo XX, pues anteriormente la ciencia no había reparado en la importancia del desarrollo emocional; tampoco hay evidencias de que lo hiciera la filosofía. Pero durante la segunda mitad del siglo pasado, ya se escucha hablar de inteligencia emocional (desarrollado por Goleman, pero creado por Salovey/Mayer), y se asienta la teoría de la respuesta emocional y los sistemas corporales que están implicados en ella.
Nuestras niñas y nuestros niños tienen emociones que deben ser aceptadas y escuchadas, no reprimidas. Nuestras alumnas y alumnos están en proceso de aprendizaje, y en la actualidad (afortunadamente) ya sabemos la importancia de atender esas emociones por su bienestar presente y futuro.
Aunque los adultos aún tenemos mucho que descubrir y aprender, pues muchas veces no conocemos ni siquiera nuestras propias emociones, es importante entender los pilares en los que se asienta esta Educación Emocional. A saber:
Pues sí, la educación misma lo es, y somos conscientes de que muchas veces a las maestras y maestros os faltan recursos, pero ¿es todo una cuestión de actitud? ¿de organización? Mira como hace falta muy poco tiempo, y muchas ganas para educar las emociones. Y no es que el término ‘educar’ las emociones me guste en exceso, soy más partidaria de acompañar para que aprendan a gestionar.
En general es útil conseguir el objetivo básico de que nuestros niños adquieran conciencia corporal y que aprendan interpretar los mensajes que el cuerpo envía, sobre todo cuando nuestras emociones cambian.
Si nos lees, probablemente seas docente, y sepas que “el tiempo es tan escaso como el oro”, por eso nos atrevemos a sugerir que te marques un objetivo general y sencillo respecto a la educación emocional, y que estará relacionado con el nivel académico de tus alumnos, y los intereses generales de la clase. Y hablando de tiempo: no creas que necesitarás más de diez minutos al día; si a ello sumas tu disponibilidad y la voluntad de responder a las cuestiones relacionadas que te planteen en cualquier momento, se puede decir que estás preparado para educar las emociones. Como actividad general también te resultarán muy útiles las asambleas semanales.
Sé creativo, utiliza sistemas de cooperación en el aula (incluyendo aprendizaje por proyectos), y además:
Como ves, no hay secretos, pero tampoco fórmulas mágicas que nos lleven a una educación emocional perfecta. Todo está por hacer, pero tú como maestra eres parte de la solución.