Aventura Amazonia | Te explicamos por qué la lectura favorece el rendimiento escolar

Te explicamos por qué la lectura favorece el rendimiento escolar

Existen bastantes evidencias que relacionan el establecimiento de un hábito lector con el éxito escolar, y de hecho el propio Informe PISA (en 2009) señalaba la lectura como un factor predictor del rendimiento académico.

Si bien en la actualidad la promoción lectura está incluida en el currículo escolar, incentivando la lectura en voz alta y compartida durante los primeros años de la Educación Primaria, es en la familia dónde cobra importancia el establecimiento de unas bases que faciliten el apego de los niños con los libros.

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Son además los padres quienes con su ejemplo normalizan la presencia de libros en casa y su uso como facilitadores del conocimiento. Junto con los libros, el apoyo de la familia desde primero de Primaria, es fundamental. De ahí que sea tan importante prestar atención a los progresos de los pequeños en la escuela, interesarnos por las habilidades y conceptos que adquieren. La familia puede llegar a ser el vínculo mediante el que el alumno se conecta con el proceso académico, y además se posiciona como propiciadora de uno de los hábitos más determinantes: la lectura.

¿Por qué la lectura facilita el aprendizaje?

No es de extrañar que se le de tanta importancia ya que de forma natural las niñas y los niños aprenden gramática, cometen menos faltas de ortografía, mejoran su expresión escrita y oral y desarrollan su creatividad, a la vez que encuentran la forma de responder a los intereses. ¿Cómo acercar la lectura a niños y niñas en edad escolar? Pues mediante acciones sencillas pero constantes que estén enfocadas a desarrollar el ‘gusto’ por el aprendizaje

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Como se ha mencionado el ejemplo es determinante: que la presencia de libros o prensa sea habitual en casa, que nos vean leyendo (o al menos con interés en que lean), que se visite semanalmente la biblioteca de barrio, que se regalen libros por los cumpleaños, etc. Pero además realizaremos un esfuerzo por leerles a diario sin importar si tienen 2, 5, 8 o 10 años, es el niño quien marca la distancia, el hecho de que ellos ya sepan leer, no significa que debamos dejar de leerles, porque además de los beneficios académicos que se atribuyen, propicia una conexión familiar y unos momentos de intimidad inigualables.  

Si les leemos desde que son bebés, si les acercamos diferentes estilos literarios desde bien pequeños, si les dejamos que cojan el volumen que deseen en la biblioteca… llegará un día en el que les veamos sentados en el suelo, o en el sofá del salón, “metidos” en un libro y disfrutando de la lectura. 

Para que se entienda qué relación tiene la lectura con la comprensión, e indirectamente con el aprendizaje, os contaré que el “aprendizaje significativo" se consolida gracias a la libertad de imitar y a la curiosidad sin límites inherentes a la infancia. Acercar la lectura podría ser un arma de doble filo según las estrategias que planteemos: sin placer no hay posibilidad de vincularse a la lectura, y el placer también se relaciona con la motivación. De ahí la necesidad de permitir una relación más libre con la literatura. 

Lectura en libertad

Leer es sencillo, leer entendiendo requiere de constancia, y explicar lo que se ha leído es una forma maravillosa de comunicarnos con los demás. No se puede amar lo que no se conoce, por eso os invitamos a que dais a conocer a los niños los libros, desde la libertad, y sobre todo a que les permitáis escoger y descubrir a su ritmo, ya que una actividad tan placentera no debería ser impuesta.

Al menos en casa, nuestros hijos deben tener la oportunidad de sumergirse en cada historia sin horarios, prisas ni exigencias. Parafraseando al conocido escritor británico Neil Gailman: son los adultos los únicos que pueden desincentivar el gusto por leer: imponiendo tipos de lecturas, marcando tiempos, exigiendo una comprensión forzada.