Los tres agentes implicados en el proceso educativo de una niña o un niño son: padres, docentes y el propio alumno; desde esta perspectiva, tiene sentido que cualquier mejora pretendida en la Educación, cuanta con los aportes de todo ellos. Es por eso que los expertos que forman parte de “Pacto por la educación en equipo” han empezado por implicar a las familias y maestros / profesores en una serie de compromisos. Os vamos a contar un poco más sobre esta iniciativa, no sin antes confirmaros que los alumnos también recibirán y podrán suscribir sus compromisos, en una segunda fase del proyecto.
Nuestra educación necesita muchas mejoras, y no todas deben ser abordadas por los políticos. Y digo esto a sabiendas de que también se está haciendo un esfuerzo desde el Ministerio de Educación (con Íñigo Méndez de Vigo al frente) por formalizar el Pacto de Estado por la Educación. Este último, sin embargo, tardará algo más en esta consensuado y listo, pues son 17 las comunidades autónomas que también participan, de lo contrario la iniciativa no sería exitosa. Antes de proseguir, me gustaría apuntar que la idea de un Pacto por la Educación no es nueva, pues en 2010 el que fuera responsable del área de educación (Ángel Gabilondo) propuso una serie de acuerdos que no se suscribieron.
Pero el caso es que, efectivamente, se necesita de toda la Comunidad Educativa para desarrollar mejoras que redunden en la formación de los futuros ciudadanos que tomarán las decisiones en la sociedad. Al margen de cuestiones políticas como las reválidas (ahora paralizadas), confluyen otros muchos aspectos que mejorarían sustancialmente la Educación: la formación a los docentes, los modelos de aprendizaje y evaluación, la participación de las familias, etc. El grupo de participantes en Pacto por la Educación en Equipo, auspiciado por la Fundación SM y Gestionando Hijos, lo tienen claro: mediante una serie de compromisos sencillos y fáciles de aplicar, familias y docentes pueden mejorar la calidad de las relaciones, influyendo positivamente en el proceso educativo de cada alumno.
El acuerdo incluye 11 puntos que están a disposición de todos, y que de hecho piden la colaboración de cualquier maestro, profesor, madre o padre. ¿Cómo se traduce tal colaboración? Pues firmando el manifiesto y aportando la opinión personal. ¡Cuantas más voces se sumen mejor! Más visibilidad se conseguirá y más cerca estaremos de una educación ajustada a las necesidades de todos. como he comentado, está pendiente la segunda fase, que sería el manifiesto de los alumnos, no tardará en llegar. Mientras tanto, disfrutemos de los puntos en que los docentes y padres se pueden comprometer.
Es así se fácil: formar equipo, porque mediante el trabajo en equipo se pueden conseguir resultados sorprendentes. Pero además es importante dar un paso más pensando en abstracto, y plantearnos ‘qué puede hacer cada uno de nosotros por el equipo’ (parafraseo a ‘Magic’ Johnson). Así, un equipo de divulgadores y expertos en educación, de la talla de Eva Bach, Carles Capdevila, Alba Alonso u Óscar González (hay muchos más, hasta 15), no han tenido demasiadas dificultades en consensuar una serie de ‘deberes’. Es hora de pasar a la acción.
Seguramente este Pacto por la educación en equipo, consiga superar una serie de barreras. Por ejemplo la de la incomprensión hacia la profesión docente, que provoca un sinfín de quejas en la cafetería, en lugar de citas para tratar los temas en tutoría; o la de creer que un padre o una madre está en inferioridad de condiciones. Todo está por ver, y el camino se hace caminando, sin perder de vista la meta.
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