Un día, los ciudadanos de Londres encontraron una extraña incorporación al skyline de la ciudad: no se trataba del Shard, sino de los seis activistas de Greenpeace que se encontraban escalando su brillante superficie.
Estos exploradores urbanos fueron arrestados inmediatamente por las autoridades al llegar a la cumbre a primera hora de la tarde, aunque les dio tiempo a desplegar una pancarta de protesta contra las extracciones petrolíferas en el Ártico. Greenpeace escogió el Shard no solo por su prominencia arquitectónica (mide 310 metros), sino también por su proximidad con las oficinas de las empresas cercanas. Una impactante acción que, al margen de que estemos o no de acuerdo con sus reivindicaciones, despierta admiración por la valentía y los meses de preparación que acarrea.
Otro caso muy sonado es el de Dan Goodwin, que escaló la Torre Sears (443 metros) vestido de Spiderman. Consiguió llegar hasta arriba del todo, con la ayuda de la policía y los bomberos. Para lograrlo, Goodwin empleó herramientas especiales como ventosas y dispositivos mecánicos. En 1986, como parte de un evento público, escaló la CN Tower (548 metros). Y en 2010 repitió la hazaña en San Francisco, escalando la Torre Millenium (196 metros).
El rascacielos más alto del mundo, el Burj Khalifa, es con sus 822 metros de altura el mayor desafío arquitectónico para estos intrépidos escaladores urbanos. Alain Robert lo escaló en 2011 equipado con fuertes medidas de seguridad. Y durante el rodaje de la película Misión Imposible 4, el actor Tom Cruise escaló también parte de su fachada para una escena de riesgo. En el Burj Khalifa se encuentra, además, la plataforma de salto base más alta de las construidas por el ser humano.
En los últimos años se ha puesto de moda entre los jóvenes rusos trepar a lugares arriesgados para tomar fotografías insólitas. Lo llaman skywalking . Un pequeño grupo de turistas rusos se escondió en el recinto de Gizah, en Egipto, durante las horas de cierre y escalaron una de las pirámides. Tras 20 minutos, tomaron increíbles fotografías de ellos mismos sentados en las milenarias piedras, con las otras pirámides al fondo. Tuvieron suerte de salir del país antes de que las autoridades locales les encarcelasen por poner en peligro este histórico monumento.
Y por último, hablaremos de nuestro país. En 2007, el “spiderman francés”, Alain Robert, escaló los 143 de la Torre Agbar en Barcelona. A lo largo de su trayectoria como escalador de rascacielos, Robert ha trepado a la cima de cerca de cincuenta torres, la mayoría sin equipo de seguridad.
Al parecer, la gente encuentra toda clase de razones para escalar altas estructuras, ya sea por motivos políticos, artísticos, personales o solo por la emoción. Desde luego, no hay que perder de vista que trepar rascacielos es una idea muy peligrosa y además ilegal, así que si quieres experimentar emociones fuertes subiéndote por las alturas, mejor ven a nuestros parques. Tendrás tu dosis de adrenalina sin ser detenido por las autoridades y sin jugarte la vida.
Fuente: Architizer.com