Beatriz Flamini, según su relato, entró en una cueva de Motril en noviembre de 2021 y salió el viernes 14, después de un año y medio incomunicada. La deportista de élite, alpinista y escaladora madrileña de 50 años ha permanecido sola durante 500 días (492 en la cueva y 8 en una casseta) a 70 metros de profundidad, cumpliendo así el reto que se propuso cuando decidió vivir este desafío personal, que ha definido como "excelente e insuperable".
Flamini ha contado con el apoyo del Grupo de Actividades Espeleológicas de Motril, psicólogos, espeleólogos y entrenadores físicos involucrados en el proyecto, la productora Dokumalia que ha documentado todo y grupos de investigación de las universidades de Granada y Almería que han estado estudiando toda la información y dadtos que les iba llegando formaron, durante los 500 días los distintos grupos de ayuda y apoyo.
El equipo que acompaña a Flamini asegura que la atleta ha batido el récord mundial de mayor permanencia en una cueva. Pero para los Guinness World Records no ha confirmado si existe un récord de permanencia voluntaria en un sitio de ese tipo.
Sólo se conocía una vivencia así, la del serbio Milutin Veljkovic, que entre 1969 y 1970 aseguró haber estado 465 días encerrado en la cueva de Samar, en su país, pero sobre todo significó una sorpresa ¿Cómo lo preparó?
Esta vivencia forma parte del proyecto "Timecave", que se inició hace dos años, cuando esta apasionada de expediciones en solitario por las cimas más altas del mundo y experta en autosuficiencia contactó con la productora Dokumalia para plantearle el reto de permanecer sola y sin contacto exterior en una cueva durante 500 días.
La productora ha registrado su vida cotidiana a setenta metros bajo tierra, que grupos de investigación de las universidades de Granada y Almería han seguido de cerca para estudiar cómo afecta el aislamiento social y la desorientación temporal extrema a la percepción del tiempo, así como los cambios neuropsicológicos que ha conllevado este tremendo desafío ante la soledad, la ausencia de luz natural y el aislamiento cognitivo y social.
"Cuando lo he visto lo primero que he pensado es que no era espeleóloga. La permanencia en cueva no es una actividad habitual, yo no conozco a nadie en el mundo que la haga. Es quedarte en el ambiente más hostil para un ser humano, no estamos hechos para eso. Psicológicamente es brutal", asegura el espeleosocorrista Miguel Caramés, que pese a sus 20 años de experiencia añade: "Yo no aguantaría ni de coña". "Me gustaría que explicaran con mucho detalle la logística del reto", finaliza Caramés con incertidumbres lógicas.
Till Roenneberg, cronobiólogo e investigador del sueño en la Ludwig-Maximilians-University en Múnich, Alemania, asegura que el hecho de que el experimento implique a una sola persona no lo convierte necesariamente en no científico. "Lo más importante es que el estudio incluya un número limitado de preguntas de investigación claras; de lo contrario, el protocolo se complicará y no obtendremos respuestas", dice Roenneberg.
Fuente: elimparcial.com, EFEdeportes, elmundo.es, marca.com, elmundo.es
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