Es como si la mina Blaenau Ffestiniog acabase de cerrar. Las salas de extracción siguen allí casi como el primer día, con la maquinaria en desuso e incluso efectos personales de los mineros todavía donde ellos los dejaron, dándole al lugar un ambiente inconfundible.
Durante la actividad, los visitantes son conducidos por un guía experimentado a través de los oscuros y húmedos túneles subterráneos, en grupos de no más de 10 personas. Allí, a 30 metros de profundidad bajo el nivel del suelo, encontramos una gran caverna de 18 metros de envergadura con tres camas elásticas gigantes que cubren una superficie total de más de 3.000 metros cuadrados.
Los trampolines están conectados por grandes toboganes y escaleras que completan la experiencia para garantizar la máxima diversión. Las camas elásticas están ubicadas a diferentes alturas para adaptarse a las distintas edades, habilidades y capacidades físicas de los participantes. Y para los más atrevidos, una de ellas está situada a casi 55 metros de altura, ¿te atreverías a probar la experiencia?