Jorge Rey se hizo famoso a principios de este año como el joven que había predicho la borrasca Filomena mucho antes de que lo advirtieran los meteorólogos. De hecho, casi un año antes, Jorge Rey ya había observado que el inicio de 2021 sería duro, y que habría una nevada muy importante a principios de enero.
Acertó. Tanto que, aunque su predicción se refería a la provincia de Burgos, donde reside, la nevada acabó bloqueando Madrid durante unos días. Su método: las cabañuelas. Un saber tradicional, difundido de generación en generación a través de los siglos por las personas del campo, y que se basa en la observación de la naturaleza durante un periodo de tiempo determinado (concretamente, los 24 primeros días de agosto). En él, se tienen en cuenta parámetros que van desde la temperatura hasta la forma de las nubes o el comportamiento de los animales.
«Es un método que no es nada querido por los que están en meteorología», dice este joven, de 15 años, a LA RAZÓN. Pero con sus palabras no refleja, realmente, lo mucho que ha sido cuestionado a la hora de difundir sus predicciones, sobre todo ahora, que ha puesto en marcha su propia página web, El tiempo con JR, en la cual no solo da las predicciones del tiempo, sino que hace una importante labor de divulgación con una máxima: el respeto y puesta en valor absoluta de la naturaleza.
«Los modelos matemáticos con los que se hacen las predicciones meteorológicas están aquí para ayudarnos, evidentemente», afirma, consciente de que se trata de «un avance científico muy bueno». «Pero, mientras esta es una herramienta matemática, las cabañuelas se hacen de la observación de la naturaleza que, quieras o no, a veces fallan, como todo. Al igual que los modelos, que también lo hacen, porque no hay nada infalible», explica. Eso sí, es un firme defensor de este saber tradicional: «suelen acertar y nos ayudan a predecir el tiempo con mucho antes que los modelos».
«Quiero poner en valor este método con el que nuestros antepasados predecían el tiempo», subraya. «Observaron la naturaleza y se dieron cuenta de que todo tenía un significado, así que creo que hay que mantenerlas», añade. Pero, ¿se considera él meteorólogo? «Por lo pronto, me considero naturalista, un amante de la naturaleza», dice. «Meteorólogo aún no, porque no he estudiado lo que es necesario», reconoce, aunque señala que quiere formarse para serlo.
«Ahora mismo solo soy aficionado, pero, ¿por qué no inventarme un nuevo oficio de meteorólogo tradicional? Creo que se pueden combinar las cabañuelas con los modelos, que, a muy corto plazo, suelen ser bastante fiables», explica. Además, defiende que las cabañuelas sí que son ciencia. «No es más que la observación de la naturaleza y, a partir de ahí, sacar conclusiones y calcular incluso el margen de error», añade.
En agosto del año pasado predijo que para San Andrés (30 de noviembre) venía nieve, como así ha sido. «El invierno que está por venir va a ser duro, en el sentido de que va a haber más nevadas, más frío y más frecuentes», augura el joven. «Se va a mantener así todo el invierno, y es posible que sea incluso más largo por la forma en la que se están moviendo los anticiclones y las borrascas», dice, haciendo alarde, así, de que también controla el método científico. «Esto confirma lo que las cabañuelas nos dicen», apunta.
«Diciembre va a terminar muy frio y se notará mucho a principios de enero», añade Jorge Rey. Además, vaticina una gran nevada también este año: «Podría venir alguna nevada en la segunda quincena de enero en cotas bajas y, además, pueden ser muy intensas sobre el 24 de enero». Si bien sus cabañuelas están hechas para Castilla y León, «esos fenómenos también pueden afectar a Madrid, como fue el caso de Filomena», advierte, si bien considera que es «muy difícil» que aquella situación vuelva a repetirse.
Para el resto del año, Jorge Rey prevé que esta situación de frío y lluvias podría alargarse incluso hasta abril. «Tendremos unos carnavales pasados por agua, algo como lo que dice el refrán de la Inmaculada: “Si llueve por la Inmaculada Concepción, llueve por carnavales y la Resurrección”», explica. «La primavera viene lluviosa, y el verano inestable. No es que no vaya a hacer calor, pero, por lo general, aunque también dependerá de la zona, no va a hacer tanto como otros años atrás».
Fuente: La Razón
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